Carta a la amiga
Sobre Enrique Lihn y la relación poesía-muerte a partir de una carta que llegó a destino 24 años después de haber sido escrita.
POR Tamara Kamenszain
Hace unos días recibí un mail con el remitente “andrealihn” que
no figuraba en mi lista de contactos. Me sorprendió que se pudiera
aislar, en esas señas de identidad condensada, el apellido Lihn. Es que
un rato antes había anunciado en clase que trabajaríamos “Diario de
muerte” de Enrique Lihn, libro que el gran poeta chileno escribió en su
cama de hospital donde lo venció el cáncer en 1988. La idea era
centrarnos en la relación poesía-muerte (que también se podría escribir
–como los nombres de usuario– todo junto, ya que la poesía, por ser un
género del presente, intima con la muerte). Mi corresponsal decía ser
hija de Enrique Lihn y estar dedicada a ordenar su archivo personal
donde “me encontré con una carta enviada por mi padre a usted. No tuvo
el tiempo de enviársela ya que se enfermó gravemente en esa época”.
Decir que el mail me sorprendió es una obviedad. Diría, mejor, que puso
toda mi vida de cabeza en la espiral del tiempo. Mi relación con Lihn se
remonta a aquellos años en que, siendo yo una joven que lo admiraba, me
animé a escribir sobre su obra.
Andrea me envió la carta
escaneada. Me detengo en un párrafo que habla de los que visitaban al
poeta en el hospital: “Correlato subjetivo de esta situación: no pésima,
escribo y leo mucho, no hay depre propiamente dicha (...) y buena
relación no monotemática con los amigos –amigas en un 90%– que cuidan
–ellas– de mí”. En éste, como en otros párrafos de la carta, puedo leer
entre líneas la cocina del libro que él estaba escribiendo en paralelo.
En “Diario de muerte” alude a esas “mis amigas”. “Son las que tienen
derecho a llave en esta casa en la que me siento unido por ellas”. Se
trata, según el poema, de la casa que el enfermo debe abandonar pero a
la que “el orden ha seducido” gracias a las amigas. En otro poema Lihn
dice que “nadie escribe desde el más allá/ las memorias de ultratumba
son apócrifas” y, sin embargo, una carta parece haber llegado a destino
24 años después para demostrar lo contrario. Me digo entonces que tengo
que seguir escribiendo sobre su poesía porque esto recién empieza.
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