Literatura
Cuando me encuentro con otros escritores
no hacemos más que hablar como buenos o malos funcionarios
de la Literatura: a uno lo publica
Siglo XXI, y a otro, como a mí, Centro Editor
no le pagará nunca sus derechos de autor; cuando me encuentro
con la Literatura no me saco el sombrero, quiero a mis amigos
pero ninguno de nosotros llegará muy lejos: más acá del horizonte
donde brillan quienes llamaría un imbécil
los astros de primera magnitud.
Cuando me encuentro con los astros de primera magnitud
y esos pavos reales brillan con la debida discreción
yo los invitaría a vomitar, porque escribir también como ellos
es ejercer el oficio más blando. Cuando me encuentro conmigo
mismo
frente al papel en blanco pienso en pavos reales
y trato al menos de no ser brillante, pero escribo
en la medida en que odio a la literatura,
y a los autores jóvenes me gustaría gritarles
basta de farsas, ustedes entrarán también en el negocio
porque la literatura es el oficio más blando
también para quienes lo practican con odio. Miren cómo se eclipsa
un astro de primera magnitud y no pongan, en cambio
por ustedes mismos las manos al fuego Nadie ha dejado aquí
de cumplir con su deber
salvo unos cuantos tipos repugnantes, y él que brilló hasta ex-
tenuarse y desplumarse
mientras a pesar suyo esos gritos de protesta, necesariamente bien
articulados
y qué, acaso, ¿era el vacío su auditor? regresaban
a sus despensas convertidos en artículos de consumo
por aquellos a quienes se dirigían esos gritos
gente laboriosa en su ociosidad y pacientes
y por lo mismo, los únicos amantes
de la belleza, la gata del Olimpo.
Las siete vidas del poeta bastan y sobran
para convertir a un terrorista en un hombre de orden
pero la Literatura
es de por sí lo contrario de un verdadero escándalo
a lo sumo una buena inversión de la historia
para los raros momentos en que se repliega la barbarie
y el heroísmo de la oposición deja de ser sobreestimado
los espíritus sensibles brotan entonces como hongos
conmovidos por el testimonio de los tiempos oscuros.
Hay una culpa que despunta a diario con el sol
Hay una culpa que despunta a diario con el sol
Una mancha de sombra que llama a cada cosa
por su nombre oscuro en un murmullo de números,
y la ciudad toma a ratos el aspecto de un gran patio sombrío.
Agentes de la culpa la pesan en sus balanzas
dudosamente precisas como en un mercado que se abarrotara en un día de hambre.
Nadie sabe quién es en medio de la distribución
todos son tribunales jueces testigos inculpados
Que otra vez no resulte sospechoso vivir.
En que no se parecen la separación y la muerte
En qué no se parecen la separación y la muerte.
Nos acostumbramos a ellas por igual,
pero el tiempo se encarga de los muertos y la memoria trabaja
limpiamente y en paz en lo que a ellos respecta;
mientras que esta tarea se duplica
cuando no hay una tumba de por medio
y la memoria se confunde con el proyecto de un crimen.
Poesía
Poesía, qué amigos para un club del lenguaje
somos los inocentes, estos trabajadores
ociosos de la voz, fatigados de oírse
en largos recitales salivosos:
sociedad de socorro y puñaladas mutuas;
la vida pasa así como en carreta
coronada de lenguas viperinas
y es dulce, al fin y al cabo, darnos curso
-tempestades de amor en un vaso de odio-,
temores y esperanzas en esos libros
que a veces alguien lee para matar el tiempo
-literatura!-delicadamente.
Pero el mundo no es todo palabras y palabras
Mundo, tu peso atroz
lo siento a ratos como si me fuera
a reventar las vísceras.
Mundo del hongo el hongo es tu cerebro,
y el mío, a ratos, célula
de la horrible corteza de humo en llamas
del gran resplandecido que podría
reducirnos al último suspiro de los cielos
y en la tierra, olvidada de su nombre
polvo fuéramos, dichoso
valle de lágrimas, diré
por decir algo, el hueso en que brillara
por su ausencia de fósil la señal
del esqueleto mismo de la muerte
el eslabón perdido de la muerte.
Esto parecería lo saludable ahora;
que el mundo, reducido a un juego de palabras,
se volatizara suavemente
leyéndose a sí mismo. Poetas electrónicos
cuya crueldad lo imaginará todo
conjurando el peligro de los hechos.
Cohetería: torres de marfil
lanzadas, en silencio mortal, hacia la luna,
y a cargo nuestro, amables poetas provincianos,
lo que se llama el curso de la historia
para torcerlo en mil y un riachuelos.
La acción: el pulimento del guijarro
todo canto plural del agua dulce,
y el murmurar de lenguas viperinas.
Un buen verso no hace...
Un buen verso no hace el verano del poema
ni tampoco la ciencia o la paciencia
la situación del sol es lo que importa
y la naturaleza del terreno.
Poeta, no eres dueño de la tierra que pisas
Un vicio de Lesa Majestad
te insinuará que tapes con un dedo el sol;
recuerda: las sagradas escrituras murieron
No hay cómo equivocarse de lugar:
a una vertiginosa distancia del sol
y a unos cuantos dedos de la tierra,
en un terreno común.
Luego escribe un buen verso
y haz circular en ti como un sorbo de vino
la ciencia y la paciencia.
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