Entrevista realizada por Enrique Wenger para Seminario de Título U.de C., 21 de abril de 1988. Publicada por la Revista Cauce Cultural, nr 59, 1988, Chillán.
1.-¿Qué características presenta a su juicio la crítica literaria periodística y qué diferencias observa con respecto a la llamada crítica académica?
Bueno, yo creo que la crítica periodística debería tratar de acercarse a la crítica académica y, a la inversa, la crítica académica acercarse a la crítica periodística, porque se han convertido en dos géneros sin ninguna relación entre ellos o con muy poca relación, lo que es perjudicial para ambos.
Hay una crítica académica que es excesivamente técnica, que queda por lo tanto en un círculo de académicos y es allí donde se pierden muchas de las cosas que deberían llegar a los lectores que se interesen por la literatura sin ser especialistas.
La crítica literaria periodística, en cambio, muchas veces se convierte nada más que en una simple glosa de los textos o en una información o en una opinión apresurada e impresionista de ciertos críticos sobre los autores. Lo que ha ocurrido, me parece a mí, en Chile. Ha faltado seriedad en la crítica periodística, a pesar de que muchas veces, por lo menos antes, la hicieron los propios académicos. Pero no existe una crítica en que hayan incidido los académicos a partir de un cierto período. La gente de mi generación, por ejemplo, los académicos de mi generación, se apartaron completamente de la crítica periodística. En otras generaciones, Ricardo Latcham, por ejemplo, era profesor de literatura y hacía crítica periodística, que era informativa pero yo diría confusa porque él mismo también tenía una mal formación respecto de los temas literarios, tenía poca consistencia teórica. Pero tenía aciertos, intuiciones y aplicaciones de criterios válidos en la literatura.
Pero después de esa generación se habría cortado la relación entre la academia y el periodismo. Alone por ejemplo no era para nada académico y quizás eso no fue tan positivo para sus lectores. El practicaba una crítica netamente impresionista, de gusto personal, su información era antojadiza, era poco consistente en ese aspecto. Era un buen escritor, sin embargo. Eso es lo que ha ocurrido muchas veces con la crítica literaria. Hay escritores que tiene habilidades para hacerla pero que descuidan el lado teórico y el lado técnico.
2.- ¿Está de acuerdo Ud. en que la crítica periodística emite juicios de valor en tanto que la crítica académica no lo hace?
Esa puede ser una distinción válida. Incluso podría decirse que la crítica en general, académica y no académica, se diferencia de la teoría y del saber sobre la literatura, porque la crítica, sea cual sea, emite juicio de valor. Es una puesta en escena ideológica de una obra por parte de un autor que busca en ella lo que quiere encontrar. Lo que distingue a un buen crítico de un mal crítico es la habilidad con que puede encontrar lo que busca. Quizás la diferencia entre crítica y teoría está en que la crítica emite juicios de valor y la teoría examina los procedimientos y hace un sondeo de tipo más "científico", entre comillas, sobre la obra- Digo entre comillas porque la ciencia literaria a mí siempre me ha merecido muchas dudas. Pero en todo caso, el norte de la teoría es la ciencia de la literatura. Mientras que la crítica es la capitalización de una obra por parte de un autor que, generalmente, tiene una ideología, un sistema de creencias.
Eso es lo que ha ocurrido también mucho en Chile. Recuerdo que cuando yo publicaba mis trabajos, en los años pre-golpe, había críticos de mi generación, es cierto, pero que eran todos ellos supuestamente marxistas. Digo supuestamente, porque el marxismo no resolvió nunca el problema de la ciencia literaria o de la crítica literaria, o lo resolvió mal, de una manera aleatoria. Así como con la gran obra de Lukacz, que es una obra cuyas dos terceras partes es una componenda con el stalinismo. Entonces no estaba bien resuelto lo que debían ser los valores que encontrara la crítica marxista en las obras. Esos críticos tenían el prurito de realzar el aspecto de realidad social de una obra, lo que tenía de situaciones, personajes típicos y situaciones indicativas, algo así, eso es lo que se buscaba y con una especie de cierta libertad para encontrar en la obra algunos valores emotivos, la ternura, por ejemplo era una especie de categoría de la crítica literaria. Era una crítica que no tenía una base de sustentación demasiado coherente, que, finalmente, tenía que ver mucho con el carácter militante de los críticos, lo quisieran ellos o no. Las libertades que se podían permitir eran bastante limitadas.
Por otro lado, existía una crítica de derecha, como la que se sigue haciendo hasta el día de hoy. la crítica de Ignacio Valente, que es un teólogo que desde su punto de vista, que es el punto de vista de un sector de la iglesia, el sector de derecha, con libertades que también se permite, está buscando en la obra literaria una revelación de tipo religioso o teológico. Así es que sus criterios están bastante orientados por esa brújula.
De manera que unos y otros podían ser críticos periodísticos en un sentido no óptimo de la palabra, en cuanto a que son personas que estaban pensando de acuerdo con su sistema de creencias, dándole más importancia a eso que a otra cosa.
3.- ¿En cuanto a la crítica periodística, cree Ud. que ella debe presentar rasgos determinados en cuanto a estilo y a lenguaje?
Yo creo que sí, yo creo que eso es lo que debe hacerse, y por lo demás, eso es lo que se hacía y lo que en cierta medida se hace. Pero cuando la cantidad de concesiones pasa de cierto límite y cuando de lo único de que se trata es hacer entender a la gente de algo de libros que no va a leer -porque se lee poco- la crítica literaria está, necesariamente, destinada a un público lector. Por lo tanto yo creo que debe partir un poco de esa base e incorporar todo lo que se pueda de tecnología -por decirlo así- porque sea como fuere, siempre está destinada a una élite. Un diario tiene lectores en distintos niveles. Un diario tiene que considerar que es leído por distintos públicos y algunos de esos públicos son minoritarios. El público que lee el suplemento cultural de un periódico es minoritario aquí y en cualquier parte. Yo estuve colaborando en un suplemento que sacaba el Diario 16 en España, que es un diario popular, de gran tiraje, y era un suplemento que evidentemente no estaba al nivel del grueso público, del lector común. Era sumamente sofisticado.
4.- ¿Entonces la crítica literaria no puede tener la pretensión de interesar o ser entendida por todo tipo el público, por el público de un periódico?
Claro. Antes por un fenómeno de literaturización, porque muchas veces los escritores eran periodistas y por una cierta inercia de los medios, se permitía la existencia de estos micro climas dentro del periódico. A mí no me gusta nada El Mercurio, pero debo reconoce, no es cierto que en El Mercurio y en Las Ultimas Noticias -estoy recordando los años 40, los años 50- había escritores que hacían de críticos literarios o de columnistas, algunos todavía siguen haciéndolo, como por ejemplo Filebo, que es un escritor extraordinariamente sofisticado que no escribe para la gran masa de lectores de Las Ultimas Noticias, que es un diario popular. Quizás alguno por distracción lo lea pero no entenderá nada. Al mismo tiempo, Filebo es un escritor que hace periodismo cultural, es decir, no hace un periodismo especializado, no es un teórico de la literatura, sino que es un lector muy avisado y muy diestro y muy divertido para escribir.
La combinación de elementos así es un equilibrio muy delicado. El crítico tiene que ser una persona capaz de hablarle a la gente que se interesa por la literatura, sin ser especialista, que es una relativa minoría dentro del grupo de lectores del periódico. Tiene que acercar, también, a esa gente un conocimiento más sofisticado de la literatura y hacerlo en un lenguaje asequible. La crítica norteamericana -creo yo- tiene esa Característica. Es una crítica dirigida al lector culto común, y atrayente desde el punto de vista literario. Eso es lo que yo creo que es el modelo ideal.
El crítico tiene que partir de la base que la gente que va a leer esa crítica va a leer el libro o lo ha leído. Que no es el caso de las personas que compran el diario, para leer los avisos económicos o la página de fútbol, ni siquiera para los políticos que generalmente no leen literatura o tienen una noción muy remota, y a veces, completamente equivocada. Es para profesionales que tienen intereses culturales, que es un fenómeno que ocurre en Chile, en el Chile democrático, que está formado de capas medias, de gente de la pequeña burguesía ilustrada o relativamente ilustrada, que junto con tener una profesión son, también personas interesadas en lo cultural e intelectual.
5.- Y ¿desde el punto de vista del lenguaje, del estilo, qué requisitos debe reunir un crítico literario a su juicio?
El crítico literario es un escritor, que no olvida que lo es, que se dirige a ese tipo de público en un lenguaje atractivo, que no es un lenguaje populista y que no va a rebajar completamente el lenguaje a una jerga popular o populista.
6.- Respecto a los enfoques de la crítica y a los criterios de valor ¿cuáles son sus opiniones?
Los enfoques de la crítica pueden ser muchos, pero a mí no me parece que lo mejor que puede ocurrir es que una persona sea muy flexible en ese terreno. Los mismos especialistas en literatura más sofisticados, han recomendado -estoy pensando en Roland Barthes, por ejemplo- han recomendado la multiplicidad y métodos para enfocar una obra literaria, como que la metodología depende del objeto que se está examinando. Esa flexibilidad, esa capacidad de pasar de unos modelos a otros, verdad, es importante.
Y en lo que se refiere a los criterios de valor también. Un crítico no debe hacer solamente un examen "objetivo y desapasionado" de una obra, o "científico", sino que también relacionarse esa obra con otras, que sea capaz de darle el valor que tiene dentro de una secuencia o de un corte horizontal, que trate de ubicar la obra y de precisar qué es lo que aporta, si es que aporta algo y si no aporta en qué medida utiliza y procesa o reprocesa cosas valiosas anteriores.
Yo creo que un crítico literario periodístico tiene como finalidad llamar la atención de ese público específico a que me refería antes sobre una obra determinada. Es decir, poner en relieve lo que tiene de específico esa obra y el lugar que le corresponde dentro de un conjunto de obras y para eso tiene que tener esa flexibilidad. Tiene que hacer legible, atractivo un objeto literario. Más que el análisis a fondo que descompondría ese artefacto en miles de piezas, tiene que ser alguien capaz de hasta publicitar, en una forma no alienada, un objeto no alienado que es un objeto literario. Tiene que dar a conocer, llamar la atención, interesar si público en la obra.
7.- ¿Cómo observa Ud. la crítica en el ámbito de la literatura en general?
La crítica es un género literario, de la literatura sobre la literatura, de la literatura crítica sobre la literatura y la literatura periodística sobre la literatura, es un género literario en sí mismo. Por eso es que Alone, a pesar de todas las debilidades que tiene desde un punto de vista teórico y desde varios puntos de vista, es un crítico literario periodístico interesante o atendible o criticable, pero en fin, alguien que hizo algo. Porque en realidad lo único que hizo fue la crítica, esa fue "su literatura".
8.- Se suele asimilar lo que es un buen escritor a lo que debe ser un buen crítico... o un buen creador....
Hay escritores que son buenos pero son malos críticos, que hacen una crítica aburrida, muy superficial. La crítica es un género en sí mismo, por lo tanto es bastante exigente. Hay que poner mucho de sí mismo en ese campo. Y no todos los escritores están dispuestos a hacerlo o pueden hacerlo. Es como si a un poeta se le pide que escriba una obra de teatro. Puede hacerlo como puede no hacerlo, puede no tener ninguna condición para hacerlo. yo conozco en Chile varios casos. Hay una especialización muy grande. Hay poetas que no escriben en prosa. Se toman la cabeza a dos manos para escribir una carta o para escribir diez líneas en una solapa. No escriben en prosa. Hay poetas importantes a los que les sucede así y no por eso dejan de serlo. Su imaginación lingüística se expresa sólo en la zona de la poesía.
9.- ¿Qué comentarios podría hacer Ud. sobre los conceptos de origen, naturaleza y función de la crítica y de la literatura?
Habría que tener tiempo, perspectivas y conocimientos históricos para hablar de estos temas, sobre todo, del origen de la crítica. A mí se me ocurre, a vuelo de pájaro, que la crítica literaria debe haber existido siempre con la literatura, pero de be haberse intensificado y adquirido relieves propios en los momentos "interesantes" de la historia literaria. Es decir, cuando se pasa de un sistema a otro, cuando surgen obras que no son fácilmente legibles ni entendibles para los lectores, incluso para las minorías lectoras.
Siempre que hay una crisis en la historia de la literatura en que hay un cambio, una transformación, seguramente esos cambios necesitan de un apoyo que tiene que ver con la crítica periodística. Por ejemplo, en la literatura latinoamericana hispanoamericana, el modernismo es una corriente en que predominaron los poetas que eran, al mismo tiempo, críticos o comentaristas de la literatura o gente que tendía un puente entre su propia poesía y entre la literatura y el público, como Rubén Darío, por ejemplo, que fue periodista también, o crítico periodístico.
En la literatura europea eso es mucho más relevante aún. El naturalismo y el simbolismo, del que vienen los modernistas, son movimientos críticos, gente que hace una literatura que se explica a través de la crítica cuando no se explica dentro de sí misma, y que es en sí misma una crítica de la literatura anterior, opuesta. o sea, la crítica literaria es la literatura de alguna manera. Un escritor hace literatura criticando a la literatura. Generalmente, en el momento de tensión entre la literatura y el público está la apoyatura de la crítica literaria periodística. Esa sería un poco la función de la crítica, en términos generales.
Respecto a la función de la literatura, para mí es una exploración en el lenguaje y en lo que recubre el lenguaje, una exploración en ciertas zonas de contenidos que solamente se puede realizar a través del lenguaje literario o de ciertos géneros literarios. Es una forma de exploración, de conocimiento, que tiene que ver con las posibilidades que tiene el lenguaje de diversificarse, de ramificarse, de profundizar, de extenderse.
No me parece a mí que la literatura tenga como función transmitir mensajes, recados o cosas que se pueden decir de otra manera más claramente. Porque si así fuera, sería una forma subordinada y secundaria y no lo es, me parece a mí.
Por ejemplo, si mis alumnos de Ingeniería me preguntan qué sentido tiene Cervantes, tendría que repetirle con Américo Castro que no se puede sacar de él ninguna conclusión unilateral, que lo que dice el libro es lo que uno encuentra en él cuando realiza la experiencia de leerlo, la experiencia de lectura, que es una forma de vida. Eso es lo que ofrece la literatura, campo para esa experiencia -individual- pero que tiene que ver con toda la sociedad. No estoy pensando en una literatura formalista ni en una literatura de espaldas a la sociedad, sino en una manera de abordar ciertos contenidos que requieren de un lenguaje que es el de la literatura, por decirlo así. Esos contenidos tienen que ver con el hombre en todos sus aspectos, Pero yo pongo el acento en la especificidad y en el hecho de que la naturaleza de la literatura, por lo tanto, no sea pragmática en el sentido de la transmisión que realiza el mensaje normal, la comunicación normal.
10.- Sobre el nivel actual de la crítica periodística, ¿qué puede decir Ud.? Hay quienes sostienen que la crítica no existe.
Antes, había más diarios y de diversas tendencias, de derecha y de izquierda... En cambio ahora hay un diario o dos diarios oposición por ejemplo que están absolutamente dedicados a la cuestión política contingente. En realidad no tienen espacios ni voluntad de hacer un espacio para la crítica literaria. Lo ven como algo muy secundario. Pero por otro lado, está el caso de Jorge Edwards, que yo diría que es un crítico periodístico literario bueno cuando hace crítica, que lo hace muy raras veces.
11.- El mismo Jorge Edwards señaló que prefería llamarse cronista literario. Y Alone denominaba sus trabajos como crónica literaria...
Pero otros podrían catalogarlo de tal, lo que sería un buen ejemplo crítico, de buen crítico literario. Porque es una persona que escribe en un lenguaje orientado hacia la gente interesada en cosas culturales y en una forma clara y amena. No es denso y tiene bastante conocimiento, sabe mucho de literatura Jorge Edwards. Ese es un caso.
Pero en realidad durante catorce años sólo ha habido lugares marginales, de repliegue, de una crítica literaria muy temerosa y muy prudente. Ha habido la hegemonía total de la crítica literaria de El Mercurio con Ignacio Valente, que se ha deteriorado mucho en este período por la falta de diálogo, por la prepotencia de sus opiniones que son opiniones sin contrapeso, quiéralo o no él. Se ha banalizado y se ha dogmatizado la crítica de Valente y ya creo que no la hace. Se ha replegado la gente que podía hacer otro tipo de crítica, se ha banalizado también porque se ha convertido en comentarios ligeros sobre la literatura, sin mayores compromisos.
Luego hay gente que escribe entrevistas, artículos o que tiene condiciones de crítico literario pero que están en la academia o que no han podido prosperar, me refiero a la gente joven que ha surgido en este período. La gente que tiene treinta y tres años por ejemplo, que está formada profesionalmente, que habría tenido interés en hacer crítica literaria o periodismo cultural, no ha tenido espacio ni siquiera en las revistas de oposición.
Hay jóvenes profesores de la universidad que tienen interés en un proyecto cultural colectivo que necesariamente pasa por los medios de comunicación. En este período ha habido grupos muy cerrados, herméticos, de capilla, de oposición política, cuya labor no llega al grupo de profesionales ilustrados, sino que funcionan como peña. Muchas veces esos grupos contradicen sus propios propósitos. Son círculos cerrados, que no trascienden.
12.- ¿Cómo ha sido su experiencia personal, como escritor y como crítico, con la crítica literaria periodística?
Bueno, yo he tenido una experiencia amable con la crítica literaria. Por ejemplo, cuando publiqué el primer libro se movilizó bastante la crítica y se dijeron cosas atinadas. Eran los años 63 - 64, en que el mismo Ricardo Latcham hizo observaciones pertinentes sobre el libro que publiqué en esa época. Lo hicieron también Filebo, Alfonso Calderón, personas que todavía ahora escriben como en ese tiempo. Ese tipo de comentario, incluyendo algunos comentarios de Valente, de los primeros, incluyendo los de mis amigos de El Siglo, fueron una motivación, una respuesta cuando empecé a escribir.
13.- ¿Usted se sintió interpretado correctamente por esos comentarios y críticas?
Me sentí bien interpretado y bien valorado. Yo creo que a mí me sirvió mucho en ese sentido, no tanto porque me iluminara respecto de lo que debía hacer, porque eso no lo puede esperar tampoco un escritor de la crítica. Lo que se puede esperar, repito, es que la crítica promueva a un escritor, o sea: lo haga interesante para otros. La crítica literaria de esa época fue motivante para mí, cuando empecé a escribir.
En la actualidad, mi experiencia personal es pobre, difusa, confusa. Hay muy poca respuesta a las cosas que he hecho, salvo excepciones. Pero también me preocupa menos que antes.
En general, ha sido una experiencia positiva. La crítica misma está en una situación difícil. Antes había polémica, controversia, se provocaban reacciones. Había una relación más compleja con la literatura por parte de la gente que estaba en campos opuestos. Silva Castro en El Mercurio, cuando fui ganador de un concurso, dijo que yo escribía muy bien pero que era una lástima que un joven bien educado, de clase burguesa, en fin, se deleitara en ambientes deprimentes en sus trabajos o hablara de experiencias de ese tipo. Pero era interesante que alguien dijera ese disparate porque otro podía decir otra cosa y se podía provocar una polémica.
En el diario El Sur, en su suplemento literario, que es un diario como El Mercurio de Concepción, se publicaban bastantes cosas. Los últimos comentarios o artículos que han aparecido sobre mis libros han sido escritos por profesores de la Universidad de Concepción y publicadas en El Sur.
14.- Y en cuanto a su experiencia de criticar Ud. una obra ajena...
Bueno ya eso es una experiencia un poco ingrata por la falta de espacios. Muchas veces yo he querido estabilizarme en algún lugar para escribir de una manera más constante no sólo sobre literatura, sino que como articulista o comentarista cultural o como Jorge Edwards, como cronista cultural, pero no se ha podido.
Yo empecé a hacer eso cuando era muy joven, en la Universidad de Chile, donde fui director de la Revista de Arte, que era bastante mala, pero que era un intento. Incluso fui director de la revista de la Sociedad de Escritores, también de la revista Atenea, hasta que me echaron con cajas destempladas.
Tengo cierta proclividad hacia el periodismo cultural, pero allí lo que ha pasado es desagradable. Colaboré hace algunos años en la revista Cauce, hasta que la situación se hizo insostenible. No pagaban nunca. Después en el diario La Época me pidieron que escribiera una columna y luego me despidieron con cajas destempladas, sin decirnos una palabra. Es ingrato en ese sentido. La inestabilidad, el soporte en ese sentido es mínimo y está monopolizado por algunas personas.
Y como crítico, hay artistas jóvenes que me piden que les escriba algo sobre sus trabajos porque dicen que se sienten motivados con mis opiniones. Desde ese punto de vista no he tenido problemas. Me piden que presente exposiciones, trabajos, poesía, plástica, etc. Pero son actos gratuitos, excepto en el caso de artistas que a veces regalan algo. Hago comentarios culturales marginales, por decirlo así.
Bueno, yo creo que la crítica periodística debería tratar de acercarse a la crítica académica y, a la inversa, la crítica académica acercarse a la crítica periodística, porque se han convertido en dos géneros sin ninguna relación entre ellos o con muy poca relación, lo que es perjudicial para ambos.
Hay una crítica académica que es excesivamente técnica, que queda por lo tanto en un círculo de académicos y es allí donde se pierden muchas de las cosas que deberían llegar a los lectores que se interesen por la literatura sin ser especialistas.
La crítica literaria periodística, en cambio, muchas veces se convierte nada más que en una simple glosa de los textos o en una información o en una opinión apresurada e impresionista de ciertos críticos sobre los autores. Lo que ha ocurrido, me parece a mí, en Chile. Ha faltado seriedad en la crítica periodística, a pesar de que muchas veces, por lo menos antes, la hicieron los propios académicos. Pero no existe una crítica en que hayan incidido los académicos a partir de un cierto período. La gente de mi generación, por ejemplo, los académicos de mi generación, se apartaron completamente de la crítica periodística. En otras generaciones, Ricardo Latcham, por ejemplo, era profesor de literatura y hacía crítica periodística, que era informativa pero yo diría confusa porque él mismo también tenía una mal formación respecto de los temas literarios, tenía poca consistencia teórica. Pero tenía aciertos, intuiciones y aplicaciones de criterios válidos en la literatura.
Pero después de esa generación se habría cortado la relación entre la academia y el periodismo. Alone por ejemplo no era para nada académico y quizás eso no fue tan positivo para sus lectores. El practicaba una crítica netamente impresionista, de gusto personal, su información era antojadiza, era poco consistente en ese aspecto. Era un buen escritor, sin embargo. Eso es lo que ha ocurrido muchas veces con la crítica literaria. Hay escritores que tiene habilidades para hacerla pero que descuidan el lado teórico y el lado técnico.
2.- ¿Está de acuerdo Ud. en que la crítica periodística emite juicios de valor en tanto que la crítica académica no lo hace?
Esa puede ser una distinción válida. Incluso podría decirse que la crítica en general, académica y no académica, se diferencia de la teoría y del saber sobre la literatura, porque la crítica, sea cual sea, emite juicio de valor. Es una puesta en escena ideológica de una obra por parte de un autor que busca en ella lo que quiere encontrar. Lo que distingue a un buen crítico de un mal crítico es la habilidad con que puede encontrar lo que busca. Quizás la diferencia entre crítica y teoría está en que la crítica emite juicios de valor y la teoría examina los procedimientos y hace un sondeo de tipo más "científico", entre comillas, sobre la obra- Digo entre comillas porque la ciencia literaria a mí siempre me ha merecido muchas dudas. Pero en todo caso, el norte de la teoría es la ciencia de la literatura. Mientras que la crítica es la capitalización de una obra por parte de un autor que, generalmente, tiene una ideología, un sistema de creencias.
Eso es lo que ha ocurrido también mucho en Chile. Recuerdo que cuando yo publicaba mis trabajos, en los años pre-golpe, había críticos de mi generación, es cierto, pero que eran todos ellos supuestamente marxistas. Digo supuestamente, porque el marxismo no resolvió nunca el problema de la ciencia literaria o de la crítica literaria, o lo resolvió mal, de una manera aleatoria. Así como con la gran obra de Lukacz, que es una obra cuyas dos terceras partes es una componenda con el stalinismo. Entonces no estaba bien resuelto lo que debían ser los valores que encontrara la crítica marxista en las obras. Esos críticos tenían el prurito de realzar el aspecto de realidad social de una obra, lo que tenía de situaciones, personajes típicos y situaciones indicativas, algo así, eso es lo que se buscaba y con una especie de cierta libertad para encontrar en la obra algunos valores emotivos, la ternura, por ejemplo era una especie de categoría de la crítica literaria. Era una crítica que no tenía una base de sustentación demasiado coherente, que, finalmente, tenía que ver mucho con el carácter militante de los críticos, lo quisieran ellos o no. Las libertades que se podían permitir eran bastante limitadas.
Por otro lado, existía una crítica de derecha, como la que se sigue haciendo hasta el día de hoy. la crítica de Ignacio Valente, que es un teólogo que desde su punto de vista, que es el punto de vista de un sector de la iglesia, el sector de derecha, con libertades que también se permite, está buscando en la obra literaria una revelación de tipo religioso o teológico. Así es que sus criterios están bastante orientados por esa brújula.
De manera que unos y otros podían ser críticos periodísticos en un sentido no óptimo de la palabra, en cuanto a que son personas que estaban pensando de acuerdo con su sistema de creencias, dándole más importancia a eso que a otra cosa.
3.- ¿En cuanto a la crítica periodística, cree Ud. que ella debe presentar rasgos determinados en cuanto a estilo y a lenguaje?
Yo creo que sí, yo creo que eso es lo que debe hacerse, y por lo demás, eso es lo que se hacía y lo que en cierta medida se hace. Pero cuando la cantidad de concesiones pasa de cierto límite y cuando de lo único de que se trata es hacer entender a la gente de algo de libros que no va a leer -porque se lee poco- la crítica literaria está, necesariamente, destinada a un público lector. Por lo tanto yo creo que debe partir un poco de esa base e incorporar todo lo que se pueda de tecnología -por decirlo así- porque sea como fuere, siempre está destinada a una élite. Un diario tiene lectores en distintos niveles. Un diario tiene que considerar que es leído por distintos públicos y algunos de esos públicos son minoritarios. El público que lee el suplemento cultural de un periódico es minoritario aquí y en cualquier parte. Yo estuve colaborando en un suplemento que sacaba el Diario 16 en España, que es un diario popular, de gran tiraje, y era un suplemento que evidentemente no estaba al nivel del grueso público, del lector común. Era sumamente sofisticado.
4.- ¿Entonces la crítica literaria no puede tener la pretensión de interesar o ser entendida por todo tipo el público, por el público de un periódico?
Claro. Antes por un fenómeno de literaturización, porque muchas veces los escritores eran periodistas y por una cierta inercia de los medios, se permitía la existencia de estos micro climas dentro del periódico. A mí no me gusta nada El Mercurio, pero debo reconoce, no es cierto que en El Mercurio y en Las Ultimas Noticias -estoy recordando los años 40, los años 50- había escritores que hacían de críticos literarios o de columnistas, algunos todavía siguen haciéndolo, como por ejemplo Filebo, que es un escritor extraordinariamente sofisticado que no escribe para la gran masa de lectores de Las Ultimas Noticias, que es un diario popular. Quizás alguno por distracción lo lea pero no entenderá nada. Al mismo tiempo, Filebo es un escritor que hace periodismo cultural, es decir, no hace un periodismo especializado, no es un teórico de la literatura, sino que es un lector muy avisado y muy diestro y muy divertido para escribir.
La combinación de elementos así es un equilibrio muy delicado. El crítico tiene que ser una persona capaz de hablarle a la gente que se interesa por la literatura, sin ser especialista, que es una relativa minoría dentro del grupo de lectores del periódico. Tiene que acercar, también, a esa gente un conocimiento más sofisticado de la literatura y hacerlo en un lenguaje asequible. La crítica norteamericana -creo yo- tiene esa Característica. Es una crítica dirigida al lector culto común, y atrayente desde el punto de vista literario. Eso es lo que yo creo que es el modelo ideal.
El crítico tiene que partir de la base que la gente que va a leer esa crítica va a leer el libro o lo ha leído. Que no es el caso de las personas que compran el diario, para leer los avisos económicos o la página de fútbol, ni siquiera para los políticos que generalmente no leen literatura o tienen una noción muy remota, y a veces, completamente equivocada. Es para profesionales que tienen intereses culturales, que es un fenómeno que ocurre en Chile, en el Chile democrático, que está formado de capas medias, de gente de la pequeña burguesía ilustrada o relativamente ilustrada, que junto con tener una profesión son, también personas interesadas en lo cultural e intelectual.
5.- Y ¿desde el punto de vista del lenguaje, del estilo, qué requisitos debe reunir un crítico literario a su juicio?
El crítico literario es un escritor, que no olvida que lo es, que se dirige a ese tipo de público en un lenguaje atractivo, que no es un lenguaje populista y que no va a rebajar completamente el lenguaje a una jerga popular o populista.
6.- Respecto a los enfoques de la crítica y a los criterios de valor ¿cuáles son sus opiniones?
Los enfoques de la crítica pueden ser muchos, pero a mí no me parece que lo mejor que puede ocurrir es que una persona sea muy flexible en ese terreno. Los mismos especialistas en literatura más sofisticados, han recomendado -estoy pensando en Roland Barthes, por ejemplo- han recomendado la multiplicidad y métodos para enfocar una obra literaria, como que la metodología depende del objeto que se está examinando. Esa flexibilidad, esa capacidad de pasar de unos modelos a otros, verdad, es importante.
Y en lo que se refiere a los criterios de valor también. Un crítico no debe hacer solamente un examen "objetivo y desapasionado" de una obra, o "científico", sino que también relacionarse esa obra con otras, que sea capaz de darle el valor que tiene dentro de una secuencia o de un corte horizontal, que trate de ubicar la obra y de precisar qué es lo que aporta, si es que aporta algo y si no aporta en qué medida utiliza y procesa o reprocesa cosas valiosas anteriores.
Yo creo que un crítico literario periodístico tiene como finalidad llamar la atención de ese público específico a que me refería antes sobre una obra determinada. Es decir, poner en relieve lo que tiene de específico esa obra y el lugar que le corresponde dentro de un conjunto de obras y para eso tiene que tener esa flexibilidad. Tiene que hacer legible, atractivo un objeto literario. Más que el análisis a fondo que descompondría ese artefacto en miles de piezas, tiene que ser alguien capaz de hasta publicitar, en una forma no alienada, un objeto no alienado que es un objeto literario. Tiene que dar a conocer, llamar la atención, interesar si público en la obra.
7.- ¿Cómo observa Ud. la crítica en el ámbito de la literatura en general?
La crítica es un género literario, de la literatura sobre la literatura, de la literatura crítica sobre la literatura y la literatura periodística sobre la literatura, es un género literario en sí mismo. Por eso es que Alone, a pesar de todas las debilidades que tiene desde un punto de vista teórico y desde varios puntos de vista, es un crítico literario periodístico interesante o atendible o criticable, pero en fin, alguien que hizo algo. Porque en realidad lo único que hizo fue la crítica, esa fue "su literatura".
8.- Se suele asimilar lo que es un buen escritor a lo que debe ser un buen crítico... o un buen creador....
Hay escritores que son buenos pero son malos críticos, que hacen una crítica aburrida, muy superficial. La crítica es un género en sí mismo, por lo tanto es bastante exigente. Hay que poner mucho de sí mismo en ese campo. Y no todos los escritores están dispuestos a hacerlo o pueden hacerlo. Es como si a un poeta se le pide que escriba una obra de teatro. Puede hacerlo como puede no hacerlo, puede no tener ninguna condición para hacerlo. yo conozco en Chile varios casos. Hay una especialización muy grande. Hay poetas que no escriben en prosa. Se toman la cabeza a dos manos para escribir una carta o para escribir diez líneas en una solapa. No escriben en prosa. Hay poetas importantes a los que les sucede así y no por eso dejan de serlo. Su imaginación lingüística se expresa sólo en la zona de la poesía.
9.- ¿Qué comentarios podría hacer Ud. sobre los conceptos de origen, naturaleza y función de la crítica y de la literatura?
Habría que tener tiempo, perspectivas y conocimientos históricos para hablar de estos temas, sobre todo, del origen de la crítica. A mí se me ocurre, a vuelo de pájaro, que la crítica literaria debe haber existido siempre con la literatura, pero de be haberse intensificado y adquirido relieves propios en los momentos "interesantes" de la historia literaria. Es decir, cuando se pasa de un sistema a otro, cuando surgen obras que no son fácilmente legibles ni entendibles para los lectores, incluso para las minorías lectoras.
Siempre que hay una crisis en la historia de la literatura en que hay un cambio, una transformación, seguramente esos cambios necesitan de un apoyo que tiene que ver con la crítica periodística. Por ejemplo, en la literatura latinoamericana hispanoamericana, el modernismo es una corriente en que predominaron los poetas que eran, al mismo tiempo, críticos o comentaristas de la literatura o gente que tendía un puente entre su propia poesía y entre la literatura y el público, como Rubén Darío, por ejemplo, que fue periodista también, o crítico periodístico.
En la literatura europea eso es mucho más relevante aún. El naturalismo y el simbolismo, del que vienen los modernistas, son movimientos críticos, gente que hace una literatura que se explica a través de la crítica cuando no se explica dentro de sí misma, y que es en sí misma una crítica de la literatura anterior, opuesta. o sea, la crítica literaria es la literatura de alguna manera. Un escritor hace literatura criticando a la literatura. Generalmente, en el momento de tensión entre la literatura y el público está la apoyatura de la crítica literaria periodística. Esa sería un poco la función de la crítica, en términos generales.
Respecto a la función de la literatura, para mí es una exploración en el lenguaje y en lo que recubre el lenguaje, una exploración en ciertas zonas de contenidos que solamente se puede realizar a través del lenguaje literario o de ciertos géneros literarios. Es una forma de exploración, de conocimiento, que tiene que ver con las posibilidades que tiene el lenguaje de diversificarse, de ramificarse, de profundizar, de extenderse.
No me parece a mí que la literatura tenga como función transmitir mensajes, recados o cosas que se pueden decir de otra manera más claramente. Porque si así fuera, sería una forma subordinada y secundaria y no lo es, me parece a mí.
Por ejemplo, si mis alumnos de Ingeniería me preguntan qué sentido tiene Cervantes, tendría que repetirle con Américo Castro que no se puede sacar de él ninguna conclusión unilateral, que lo que dice el libro es lo que uno encuentra en él cuando realiza la experiencia de leerlo, la experiencia de lectura, que es una forma de vida. Eso es lo que ofrece la literatura, campo para esa experiencia -individual- pero que tiene que ver con toda la sociedad. No estoy pensando en una literatura formalista ni en una literatura de espaldas a la sociedad, sino en una manera de abordar ciertos contenidos que requieren de un lenguaje que es el de la literatura, por decirlo así. Esos contenidos tienen que ver con el hombre en todos sus aspectos, Pero yo pongo el acento en la especificidad y en el hecho de que la naturaleza de la literatura, por lo tanto, no sea pragmática en el sentido de la transmisión que realiza el mensaje normal, la comunicación normal.
10.- Sobre el nivel actual de la crítica periodística, ¿qué puede decir Ud.? Hay quienes sostienen que la crítica no existe.
Antes, había más diarios y de diversas tendencias, de derecha y de izquierda... En cambio ahora hay un diario o dos diarios oposición por ejemplo que están absolutamente dedicados a la cuestión política contingente. En realidad no tienen espacios ni voluntad de hacer un espacio para la crítica literaria. Lo ven como algo muy secundario. Pero por otro lado, está el caso de Jorge Edwards, que yo diría que es un crítico periodístico literario bueno cuando hace crítica, que lo hace muy raras veces.
11.- El mismo Jorge Edwards señaló que prefería llamarse cronista literario. Y Alone denominaba sus trabajos como crónica literaria...
Pero otros podrían catalogarlo de tal, lo que sería un buen ejemplo crítico, de buen crítico literario. Porque es una persona que escribe en un lenguaje orientado hacia la gente interesada en cosas culturales y en una forma clara y amena. No es denso y tiene bastante conocimiento, sabe mucho de literatura Jorge Edwards. Ese es un caso.
Pero en realidad durante catorce años sólo ha habido lugares marginales, de repliegue, de una crítica literaria muy temerosa y muy prudente. Ha habido la hegemonía total de la crítica literaria de El Mercurio con Ignacio Valente, que se ha deteriorado mucho en este período por la falta de diálogo, por la prepotencia de sus opiniones que son opiniones sin contrapeso, quiéralo o no él. Se ha banalizado y se ha dogmatizado la crítica de Valente y ya creo que no la hace. Se ha replegado la gente que podía hacer otro tipo de crítica, se ha banalizado también porque se ha convertido en comentarios ligeros sobre la literatura, sin mayores compromisos.
Luego hay gente que escribe entrevistas, artículos o que tiene condiciones de crítico literario pero que están en la academia o que no han podido prosperar, me refiero a la gente joven que ha surgido en este período. La gente que tiene treinta y tres años por ejemplo, que está formada profesionalmente, que habría tenido interés en hacer crítica literaria o periodismo cultural, no ha tenido espacio ni siquiera en las revistas de oposición.
Hay jóvenes profesores de la universidad que tienen interés en un proyecto cultural colectivo que necesariamente pasa por los medios de comunicación. En este período ha habido grupos muy cerrados, herméticos, de capilla, de oposición política, cuya labor no llega al grupo de profesionales ilustrados, sino que funcionan como peña. Muchas veces esos grupos contradicen sus propios propósitos. Son círculos cerrados, que no trascienden.
12.- ¿Cómo ha sido su experiencia personal, como escritor y como crítico, con la crítica literaria periodística?
Bueno, yo he tenido una experiencia amable con la crítica literaria. Por ejemplo, cuando publiqué el primer libro se movilizó bastante la crítica y se dijeron cosas atinadas. Eran los años 63 - 64, en que el mismo Ricardo Latcham hizo observaciones pertinentes sobre el libro que publiqué en esa época. Lo hicieron también Filebo, Alfonso Calderón, personas que todavía ahora escriben como en ese tiempo. Ese tipo de comentario, incluyendo algunos comentarios de Valente, de los primeros, incluyendo los de mis amigos de El Siglo, fueron una motivación, una respuesta cuando empecé a escribir.
13.- ¿Usted se sintió interpretado correctamente por esos comentarios y críticas?
Me sentí bien interpretado y bien valorado. Yo creo que a mí me sirvió mucho en ese sentido, no tanto porque me iluminara respecto de lo que debía hacer, porque eso no lo puede esperar tampoco un escritor de la crítica. Lo que se puede esperar, repito, es que la crítica promueva a un escritor, o sea: lo haga interesante para otros. La crítica literaria de esa época fue motivante para mí, cuando empecé a escribir.
En la actualidad, mi experiencia personal es pobre, difusa, confusa. Hay muy poca respuesta a las cosas que he hecho, salvo excepciones. Pero también me preocupa menos que antes.
En general, ha sido una experiencia positiva. La crítica misma está en una situación difícil. Antes había polémica, controversia, se provocaban reacciones. Había una relación más compleja con la literatura por parte de la gente que estaba en campos opuestos. Silva Castro en El Mercurio, cuando fui ganador de un concurso, dijo que yo escribía muy bien pero que era una lástima que un joven bien educado, de clase burguesa, en fin, se deleitara en ambientes deprimentes en sus trabajos o hablara de experiencias de ese tipo. Pero era interesante que alguien dijera ese disparate porque otro podía decir otra cosa y se podía provocar una polémica.
En el diario El Sur, en su suplemento literario, que es un diario como El Mercurio de Concepción, se publicaban bastantes cosas. Los últimos comentarios o artículos que han aparecido sobre mis libros han sido escritos por profesores de la Universidad de Concepción y publicadas en El Sur.
14.- Y en cuanto a su experiencia de criticar Ud. una obra ajena...
Bueno ya eso es una experiencia un poco ingrata por la falta de espacios. Muchas veces yo he querido estabilizarme en algún lugar para escribir de una manera más constante no sólo sobre literatura, sino que como articulista o comentarista cultural o como Jorge Edwards, como cronista cultural, pero no se ha podido.
Yo empecé a hacer eso cuando era muy joven, en la Universidad de Chile, donde fui director de la Revista de Arte, que era bastante mala, pero que era un intento. Incluso fui director de la revista de la Sociedad de Escritores, también de la revista Atenea, hasta que me echaron con cajas destempladas.
Tengo cierta proclividad hacia el periodismo cultural, pero allí lo que ha pasado es desagradable. Colaboré hace algunos años en la revista Cauce, hasta que la situación se hizo insostenible. No pagaban nunca. Después en el diario La Época me pidieron que escribiera una columna y luego me despidieron con cajas destempladas, sin decirnos una palabra. Es ingrato en ese sentido. La inestabilidad, el soporte en ese sentido es mínimo y está monopolizado por algunas personas.
Y como crítico, hay artistas jóvenes que me piden que les escriba algo sobre sus trabajos porque dicen que se sienten motivados con mis opiniones. Desde ese punto de vista no he tenido problemas. Me piden que presente exposiciones, trabajos, poesía, plástica, etc. Pero son actos gratuitos, excepto en el caso de artistas que a veces regalan algo. Hago comentarios culturales marginales, por decirlo así.
Entrevista realizada por Enrique Wenger para Seminario de Título U.de C., 21 de abril de 1988. Publicada por la Revista Cauce Cultural, nr 59, 1988, Chillán.