¿Quiénes eran aquí los verdaderos representantes de la Ley y el Orden? ¿Dónde estaba el enemigo? Chile acababa de fijar, de una manera peligrosamente justa –en el decir de Willie Morgan- su posición ante la OEA. Con una justicia peligrosa; noción jurídica harto extraña que daba por supuesto una contradicción latente entre esos términos o que había que imputar a un cinismo gangsteril por parte del Gran Demócrata. Entretanto, algunos periodistas que parecían haberse excedido en la defensa del Gobierno constituido, eran detenidos por la policía, acusados de delito contra el orden público, y los defensores del Estado de Derecho abrían subrepticiamente las puertas de las cárceles, en nombre de la Patria y de la Libertad, para contribuir dignamente a la confusión general. La revolución y contrarrevolución eran constitucionales; y la balanza de la justicia, el balancín en que pujaban por un lado los demócratas y por el otro los bolcheviques, gordos contra gordos. El respeto visceral de Batman por la legalidad, lo hacía sentirse incapaz de intervenir en una competencia cuyos contrincantes parecían asistidos por la misma razón. A diferencia de lo que ocurría en Ciudad Gótica, aquí no había nadie fuera de la Ley; nadie a quien el hombre murciélago pudiera ponerle impunemente la mano encima, sin correr el peligro de ser condenado él mismo por infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado. La lección histórica de su gran país, tan bellamente simplificadora, no había sido recogida aquí por estos aborígenes de mentalidad oscurantista; y el Partido Comunista, después de crecer inconteniblemente en la legalidad, estaba en la cima de la pequeña sociedad en vías de desarrollo, confundiendo todos los principios morales en que ella habría debido sustentarse; el piso de la misma era de arena movediza. Nada sólido en que apoyar los pies para lanzarse en un vuelo fulminante contra algunos pillos plenamente identificados por la policía. Todo indicaba que esta generosa visita suya a un país democrático amenazado seriamente de perder su libertad, había tenido lugar demasiado pronto o demasiado tarde, pero, en cualquier caso, a destiempo. Por primera vez en su vida se sentía inoportuno. Él, que, puntual como un cronómetro, acostumbraba a coronar sobriamente sus propias acciones con la siguiente expresión: “¡En momentos de grandes apuros, ahí está Batman!”. [...]
Batman en Chile - Enrique Lihn (Extracto)
[...] El hombre murciélago anhelaba un enfrentamiento con los pillos, sólo que una especie de escepticismo sutil empezaba a hacer presa de él con respecto a la posibilidad real de ese enfrentamiento.
Fragmento de Batman en Chile de Enrique Lihn, Ediciones de la Flor, Buenos Aires Argentina, junio de 1973.
daniel rojas pachas
Enrique Lihn
Enrique Lihn Carrasco (3 de septiembre de 1929 - 10 de julio de 1988) escritor, crítico literario y dibujante chileno. Autor de libros como: La orquesta de cristal, La pieza oscura, El arte de la palabra y La musiquilla de las pobres esferas. www.poetaenriquelihn.com
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