LOS PLACERES Y LOS LIBROS
Un animal literario parecido a Lihn
Volver a los ’50 es el primer efecto de esta poderosa ficción llamada "La casa de Dostoievsky". La novela se impuso sobre cientos de textos españoles y latinoamericanos y obtuvo el Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica 2008, de modo que viene precedida por considerables celebraciones internacionales, aparte de la fama, ineludible y polémica, de Jorge Edwards.
Todo comienza con una fiesta, y un cómico trío de estudiantes: el Chico Adriazola, Eduardito Villaseca y El Poeta. Ellos, vestidos de una manera inenarrable, extraordinaria, llegan a un evento de alto vuelo. Es el lugar y la noche en que el escritor conocerá a Teresita Echezarreta o Teresa Beatriz, la Inefable, con quien emprende un baile desenfrenado.
Pasarán los años, toda la vida, y toda "La casa de Dostoievsky", y ese baile enloquecido -un auténtico e imperfecto baile nupcial- permanecerá. Y El Poeta se parecerá cada vez más a Enrique Lihn: el pelo ensortijado, la ropa arrugada, "el horroroso Chile", la multiplicación de sus heterónimos pomposos.
Después, estamos en 1968, en Cuba. Es el momento del caso Padilla; se habla del estallido de la Primavera de Praga, "de estatuas congeladas que se trizaban y se desplomaban. Había lanchas que giraban en las aguas del Moldava, y música de acordeones, y gritos y canciones dispersas, y la gente salía de las tabernas y brindaban en las calles, en las plazas, con sus copas de vino blanco afrutado, de la nueva cosecha"...
La aparición del Antipoeta es parte del cómico oleaje de fondo, que permite un respiro en la tensión: "El Poeta se dijo para sus adentros que la antipoesía era más friolenta que la poesía lírica" (...). "(El Antipoeta) se tapó la boca con la mano derecha, en un gesto de asombro, por un lado, fingido, y que era, a pesar de todo, verdadero".
Ñuñoa cerca del Estadio Nacional, un hotel bien pobre de París, el barrio de El Vedado, en La Habana, y otra vez Santiago; un fundo en Colchagua al final de la Unidad Popular, son los escenarios donde este animal literario que se parece tanto a Enrique Lihn, vive, ama, no se reproduce, y muere.
Aquí hay un material muy noble, que es el tiempo. Es decir, el oficio, el desafiante oficio conseguido a fuerza de escribir toda la vida. "La casa de Dostoiesvsky" es una novela ambiciosa, generacional, que discute, que recuerda y matiza. Una sensación de enigma que no cede. Un relato alumbrado por el destello del lenguaje.
LA CASA DE DOSTOIEVSKY Jorge Edwards Editorial Planeta Santiago, Chile, 2008 329 páginas
Un animal literario parecido a Lihn
Volver a los ’50 es el primer efecto de esta poderosa ficción llamada "La casa de Dostoievsky". La novela se impuso sobre cientos de textos españoles y latinoamericanos y obtuvo el Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica 2008, de modo que viene precedida por considerables celebraciones internacionales, aparte de la fama, ineludible y polémica, de Jorge Edwards.
Todo comienza con una fiesta, y un cómico trío de estudiantes: el Chico Adriazola, Eduardito Villaseca y El Poeta. Ellos, vestidos de una manera inenarrable, extraordinaria, llegan a un evento de alto vuelo. Es el lugar y la noche en que el escritor conocerá a Teresita Echezarreta o Teresa Beatriz, la Inefable, con quien emprende un baile desenfrenado.
Pasarán los años, toda la vida, y toda "La casa de Dostoievsky", y ese baile enloquecido -un auténtico e imperfecto baile nupcial- permanecerá. Y El Poeta se parecerá cada vez más a Enrique Lihn: el pelo ensortijado, la ropa arrugada, "el horroroso Chile", la multiplicación de sus heterónimos pomposos.
Después, estamos en 1968, en Cuba. Es el momento del caso Padilla; se habla del estallido de la Primavera de Praga, "de estatuas congeladas que se trizaban y se desplomaban. Había lanchas que giraban en las aguas del Moldava, y música de acordeones, y gritos y canciones dispersas, y la gente salía de las tabernas y brindaban en las calles, en las plazas, con sus copas de vino blanco afrutado, de la nueva cosecha"...
La aparición del Antipoeta es parte del cómico oleaje de fondo, que permite un respiro en la tensión: "El Poeta se dijo para sus adentros que la antipoesía era más friolenta que la poesía lírica" (...). "(El Antipoeta) se tapó la boca con la mano derecha, en un gesto de asombro, por un lado, fingido, y que era, a pesar de todo, verdadero".
Ñuñoa cerca del Estadio Nacional, un hotel bien pobre de París, el barrio de El Vedado, en La Habana, y otra vez Santiago; un fundo en Colchagua al final de la Unidad Popular, son los escenarios donde este animal literario que se parece tanto a Enrique Lihn, vive, ama, no se reproduce, y muere.
Aquí hay un material muy noble, que es el tiempo. Es decir, el oficio, el desafiante oficio conseguido a fuerza de escribir toda la vida. "La casa de Dostoiesvsky" es una novela ambiciosa, generacional, que discute, que recuerda y matiza. Una sensación de enigma que no cede. Un relato alumbrado por el destello del lenguaje.
LA CASA DE DOSTOIEVSKY Jorge Edwards Editorial Planeta Santiago, Chile, 2008 329 páginas
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