
Soy Jodorowsky, hijo de judíos de la calle Matucana... Quiero ser tu amigo!... Me preguntó entonces ¿Eres maricón?... Le respondí: De ninguna menera, pero soy casto. No pienso tirar hasta que me enamore... Bien, toma este sombrero y este bastón y vamos a caminar... Me pasó un sombrero de paja estilo Maurice Chevalier y un bastón fino.
Él se puso un sombrero similar y blandió otro bastón. Son estoques... En estos barrios y a estas horas, nunca se sabe... Los aditamentos eran de su padre, un señor borrado con ojos mirando adentro de su propio cráneo.
Avanzamos por las avenidas hablando de mil temas. Fuimos a dar frente a un árbol. Sin ponernos de acuerdo nos trepamos para sentarnos en una rama y allí, como dos enormes buhos, continuamos la conversación hasta el alba.
Así comenzó una amistad que continúa aún, más allá de la muerte. Tuve la suerte de convivir con un joven genial, el más gran poeta de habla castellana, poeta verdadero, genuino, auténtico, mediúmnico, funcionando a esa temprana edad con un sólo lema "Amor y Cultura"... Completamente inadaptado, sufriendo el impacto del mundo que él veía grotesco. Grotesco era incomunicaciones inconcientes... Me cuesta hablar de Enrique. Cada cien años nace uno como él... Su muerte para mí es una crucificación. Lihn se sacrificó por todos los poetas, para que comprendieran. Trató de ser payaso, la otra puerta poética que permite vivir en el horror del mundo que estamos haciendo, pero no pudo. Era profundo. Nadie le dio nunca un premio, nadie publicó nunca su obra completa, pocos se saben de memoria uno de sus poemas... En la poesía universal hay un inmenso sitio para él..., lo supe desde el primer instante que lo ví... Tengo una hija de 26 años que se llama Lihn Jodorowsky en honor a él...
Ahora, cuando tomo uno de sus libros y lo leo, hago como esos hindues que vi en Madres: para beber se acostaban ante un ojo de agua, con un gesto separaban invisibles moléculas estancadas y bebían el líquido bajo la superficie... Aparto la amargura que le dio un mundo que no estaba a la altura de su divino refinamiento y percibo la joya luminosa de cada una de sus frases...
Lo amé, sin sexo, tanto como se ama a una mujer, con amor sin límites espirituales. Lihn fue un amigo para mí y un maestro. Como nunca voy a morir, lo recordaré siempre.
Él se puso un sombrero similar y blandió otro bastón. Son estoques... En estos barrios y a estas horas, nunca se sabe... Los aditamentos eran de su padre, un señor borrado con ojos mirando adentro de su propio cráneo.
Avanzamos por las avenidas hablando de mil temas. Fuimos a dar frente a un árbol. Sin ponernos de acuerdo nos trepamos para sentarnos en una rama y allí, como dos enormes buhos, continuamos la conversación hasta el alba.
Así comenzó una amistad que continúa aún, más allá de la muerte. Tuve la suerte de convivir con un joven genial, el más gran poeta de habla castellana, poeta verdadero, genuino, auténtico, mediúmnico, funcionando a esa temprana edad con un sólo lema "Amor y Cultura"... Completamente inadaptado, sufriendo el impacto del mundo que él veía grotesco. Grotesco era incomunicaciones inconcientes... Me cuesta hablar de Enrique. Cada cien años nace uno como él... Su muerte para mí es una crucificación. Lihn se sacrificó por todos los poetas, para que comprendieran. Trató de ser payaso, la otra puerta poética que permite vivir en el horror del mundo que estamos haciendo, pero no pudo. Era profundo. Nadie le dio nunca un premio, nadie publicó nunca su obra completa, pocos se saben de memoria uno de sus poemas... En la poesía universal hay un inmenso sitio para él..., lo supe desde el primer instante que lo ví... Tengo una hija de 26 años que se llama Lihn Jodorowsky en honor a él...
Ahora, cuando tomo uno de sus libros y lo leo, hago como esos hindues que vi en Madres: para beber se acostaban ante un ojo de agua, con un gesto separaban invisibles moléculas estancadas y bebían el líquido bajo la superficie... Aparto la amargura que le dio un mundo que no estaba a la altura de su divino refinamiento y percibo la joya luminosa de cada una de sus frases...
Lo amé, sin sexo, tanto como se ama a una mujer, con amor sin límites espirituales. Lihn fue un amigo para mí y un maestro. Como nunca voy a morir, lo recordaré siempre.
Alejandro Jodorowsky
Julio, 1991, Paris
Julio, 1991, Paris
Fuente: Loborojo de Alejandro Muñoz
Buenísimo sitio, buenísimo texto, buenísimo él.Lihn.
ResponderEliminarSaluts